DEL MOVIMIENTO
( a propósito del derrumbe de mi pozo,
después de las últimas lluvias)
“Será por el carácter de estas selvas, todo este mundo nuestro todavía formándose, ríos que de improviso transtornan su sentido o descienden sus aguas o las alzan en unas pocas horas. Tu debes haber visto: si amarras tu canoa sin sacarla del agua, al amanecer siguiente la encontrarás colgada del aire, si es que la encuentras, y el río te mirará desde abajo, ya pura piedra, ya en piedra convertida el agua de su víspera. Otra vez puede pasar al revés: tu piragua se habrá ido amarrada a las corrientes que crecen sin aviso ni tiempo para nada. Todavía está haciéndose este mundo, porfiando su lugar, acomodadndo aquí su más allá, cayendo en los barrancos, los árboles gigantescos, asomando en las islas que hoy duermen aquí, como el “renaco”, y mañana despiertan lejos, lejos y en unos instantes nuevamente se pueblan de plantas, de personas, de animales .
Para ver y entender y nombrar un mundo así, requerimos hablar así. En boscajes de palabras que hoy día están aquí y mañana despiertan lejos, y en ese instante, dentro de la misma boca, se pueblan de otros signos, de nuevas resonancias. En español será difícil entenderlo. El español es como un río quieto: cuando dice algo, únicamente dice algo, únicamente dice lo que ese algo dice.
Nuestras palabras son igual que pozos, en esos pozos caben las aguas más diversas: cataratas, lloviznas de otros tiempos, océanos que fueron y serán de ceniza, remolinos de ríos y de humanos y de lágrimas también.
Son lo mismo que gente nuestras palabras, y a veces mucho más, no simples portadores de un significado, de un significado que siempre es un significado solamente, no son esas vasijas que se aburren con la misma agua, guardada hasta que sus personas, sus lenguas, las olvidan, se rompen o se cansan, tumbadas, menos que muertas. No. En nuestras vasijas caben ríos enteros y si acaso se quiebran, si acaso se raja la envoltura de las palabras, el agua sigue ahí, vívida, intacta, corriendo y renovándose sin parar. Son seres vivos que andan por su cuenta, las palabras, animales que nunca se repiten, que nunca se resignan a una misma piel, a una misma temperatura, a unos mismos pasos. Y se juntan lo mismo que panguanas y tienen descendencia….
De la palabra tigre y la palabra baile pueden nacer orquídeas o acaso nazca veneno-de –tohé. De la noche preñada por un tibe ( esa casi gaviota de los ríos nuestros) nace la palabra relámpago que es melliza de la palabra que en amawaka dice silencio-después-de-la-lluvia. Porque en amawaka no no hay un solo silencio, así como en tu idioma,en general callado, que nada dice; sino, muchos silencios distintos, lo mismo que en la selva, lo mismo que en nuestro mundo visible, y también tantos silencios como existen en los mundos que no se ven con el cuerpo material.”
Ino Moxo (Pantera Negra en idioma amawaka)
( a propósito del derrumbe de mi pozo,
después de las últimas lluvias)
“Será por el carácter de estas selvas, todo este mundo nuestro todavía formándose, ríos que de improviso transtornan su sentido o descienden sus aguas o las alzan en unas pocas horas. Tu debes haber visto: si amarras tu canoa sin sacarla del agua, al amanecer siguiente la encontrarás colgada del aire, si es que la encuentras, y el río te mirará desde abajo, ya pura piedra, ya en piedra convertida el agua de su víspera. Otra vez puede pasar al revés: tu piragua se habrá ido amarrada a las corrientes que crecen sin aviso ni tiempo para nada. Todavía está haciéndose este mundo, porfiando su lugar, acomodadndo aquí su más allá, cayendo en los barrancos, los árboles gigantescos, asomando en las islas que hoy duermen aquí, como el “renaco”, y mañana despiertan lejos, lejos y en unos instantes nuevamente se pueblan de plantas, de personas, de animales .
Para ver y entender y nombrar un mundo así, requerimos hablar así. En boscajes de palabras que hoy día están aquí y mañana despiertan lejos, y en ese instante, dentro de la misma boca, se pueblan de otros signos, de nuevas resonancias. En español será difícil entenderlo. El español es como un río quieto: cuando dice algo, únicamente dice algo, únicamente dice lo que ese algo dice.
Nuestras palabras son igual que pozos, en esos pozos caben las aguas más diversas: cataratas, lloviznas de otros tiempos, océanos que fueron y serán de ceniza, remolinos de ríos y de humanos y de lágrimas también.
Son lo mismo que gente nuestras palabras, y a veces mucho más, no simples portadores de un significado, de un significado que siempre es un significado solamente, no son esas vasijas que se aburren con la misma agua, guardada hasta que sus personas, sus lenguas, las olvidan, se rompen o se cansan, tumbadas, menos que muertas. No. En nuestras vasijas caben ríos enteros y si acaso se quiebran, si acaso se raja la envoltura de las palabras, el agua sigue ahí, vívida, intacta, corriendo y renovándose sin parar. Son seres vivos que andan por su cuenta, las palabras, animales que nunca se repiten, que nunca se resignan a una misma piel, a una misma temperatura, a unos mismos pasos. Y se juntan lo mismo que panguanas y tienen descendencia….
De la palabra tigre y la palabra baile pueden nacer orquídeas o acaso nazca veneno-de –tohé. De la noche preñada por un tibe ( esa casi gaviota de los ríos nuestros) nace la palabra relámpago que es melliza de la palabra que en amawaka dice silencio-después-de-la-lluvia. Porque en amawaka no no hay un solo silencio, así como en tu idioma,en general callado, que nada dice; sino, muchos silencios distintos, lo mismo que en la selva, lo mismo que en nuestro mundo visible, y también tantos silencios como existen en los mundos que no se ven con el cuerpo material.”
Ino Moxo (Pantera Negra en idioma amawaka)
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