En el cine es tan importante lo que se ve, como lo que no se ve en el plano. Existen teorías del cine que se basan fundamentalmente en el llamado “fuera de cuadro”. Estas sostienen que el espectador es el lazo de unión entre dos imágenes independientes, que es su mente la que se encarga de transformarlas en una sola idea. Este es, el principio del montaje cinematográfico.
A menudo en ciertos géneros, como: el cómic, el cine negro o el de terror, ocurre mas acción fuera del campo visual que dentro del encuadre y es el espacio entre cuadro y cuadro lo que verdaderamente sostiene el relato.
Si trasladamos el concepto al campo de la arquitectura, nos encontraremos con una situación: por un lado diferente, por el hecho que nuestra disciplina al contrario que el resto de las otras artes produce lugares y formas sólidas, habitadas físicamente; pero por otro, semejante en los aspectos que dicen relación con el trabajo de límites entre lugares y entre la obra y su realidad o contexto.
El arquitecto, cual director de cine, acota su obra, crea sus encuadres, dice lo que el observador debe ver, impone su mirada, dirige el diálogo con el entorno. El determina como será ese encuentro. Ese diálogo se produce por medio de un elemento de relación, que como en las películas, también puede ser la imaginación, si sabemos usar el fuera de cuadro.
Pero lograr esto, no es fácil.
La arquitectura japonesa por ejemplo, con su experiencia milenaria en el trabajo de las luces y las sombras ha cristalizado relaciones mas poéticas con el contexto, relaciones que la acercan en algunos casos a lo fenomenológico, a lo experiencial. Lo sólido, lo objetual, se descompone se fracmenta bajo la luz, la sombra y el tiempo, para producir la percepción de una realidad, de una atmósfera soñada por el autor. En este sentido (recordando los planteamientos del arquitecto Juan Borchers) podríamos decir que estas arquitecturas se acercan más a otras artes tales como el cine, puesto que en obras de arquitectos como: Tadao Ando, Toyo Ito, Fimihiko Maki, Hiroshi Hara o Shoei Yoh; lo volumétrico, la materialidad de las obras se convierte en un soporte,( como en una pintura: la tela y los colores o en una sinfonía: las notas musicales) en una pantalla de proyección de las experiencias del observador, permitiendo trascender mas allá de lo material de las obras, definiendo de otras formas las relaciónes de las personas con su entorno.
1 Comments:
despues la veo bien.
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