Bruce Goff (1904-1982)
Un arquitecto olvidado.
Hablando de obras que no se relacionan con su contexto, me vino a la memoria un arquitecto norteamericano, no demasiado conocido por estos lares, a quién se le atribuyó el mismo pecado arquitectónico a mediados del siglo XX, el niño prodigio: Bruce Goff, al que ( se cuenta en el mundo de los mitos ) Frank Lloyd Wrigth habría aconsejado no estudiar en una escuela de arquitectura, para no limitar su talento e imaginación. Este controvertido arquitecto, que en su época fue considerado como uno de los artistas mas creativos y brillantes de su generación, no le temía a las críticas de sus colegas. Experimentó con la expresión de toda clase de formas, materiales y estructuras, abriendo el camino para la aparición de arquitecturas contemporáneas como la de Frank Ghery o Peter Eisenman.
Todo esto viene a cuento, con motivo de que en verdad lo que recordé fué un film sobre las obras de Goff, el del cineasta alemán Heinz Emigholz titulado: “Goff in the desert” (2002), a propósito del cual, el realizador se refiere a la arquitectura de Goff diciendo: “ …..sus espacios me vuelven loco, envidio totalmente su capacidad de diseñarlos…puede hasta conmoverme”.
Este es un film bastante inusual, en el sentido que, el movimiento no tiene relación con el cambio, ni con extensiones extraordinarias de los planos (como Tarkovski o Warhol). Son en esencia fotografías fijas de detalles o de lugares de las obras del arquitecto, no se reproducen los edificios. Este hecho, nos lleva de vuelta al punto del problema del espacio cinematográfico. Nos recuerda una vez más, que desde este modo de mirar, lo fotografiado queda aislado del contexto, construyendo un espacio propio.
Los críticos de cine consideraron este documental como una verdadera lata. Su inmovilidad fue tildada de aburrida; pero si uno reflexiona sobre esta forma de mostrar la obra de un arquitecto, llega a la conclusión que no podría ser de otra manera, porque además del problema de la trimensionalidad, de los colores y de los contrastes, como bien lo señala el propio Emigholz, la arquitectura en el cine tiene solo una categoría de reproducción, entendiendo por ello, “ una copia que te acerca al original”.
Un arquitecto olvidado.
Hablando de obras que no se relacionan con su contexto, me vino a la memoria un arquitecto norteamericano, no demasiado conocido por estos lares, a quién se le atribuyó el mismo pecado arquitectónico a mediados del siglo XX, el niño prodigio: Bruce Goff, al que ( se cuenta en el mundo de los mitos ) Frank Lloyd Wrigth habría aconsejado no estudiar en una escuela de arquitectura, para no limitar su talento e imaginación. Este controvertido arquitecto, que en su época fue considerado como uno de los artistas mas creativos y brillantes de su generación, no le temía a las críticas de sus colegas. Experimentó con la expresión de toda clase de formas, materiales y estructuras, abriendo el camino para la aparición de arquitecturas contemporáneas como la de Frank Ghery o Peter Eisenman.
Todo esto viene a cuento, con motivo de que en verdad lo que recordé fué un film sobre las obras de Goff, el del cineasta alemán Heinz Emigholz titulado: “Goff in the desert” (2002), a propósito del cual, el realizador se refiere a la arquitectura de Goff diciendo: “ …..sus espacios me vuelven loco, envidio totalmente su capacidad de diseñarlos…puede hasta conmoverme”.
Este es un film bastante inusual, en el sentido que, el movimiento no tiene relación con el cambio, ni con extensiones extraordinarias de los planos (como Tarkovski o Warhol). Son en esencia fotografías fijas de detalles o de lugares de las obras del arquitecto, no se reproducen los edificios. Este hecho, nos lleva de vuelta al punto del problema del espacio cinematográfico. Nos recuerda una vez más, que desde este modo de mirar, lo fotografiado queda aislado del contexto, construyendo un espacio propio.
Los críticos de cine consideraron este documental como una verdadera lata. Su inmovilidad fue tildada de aburrida; pero si uno reflexiona sobre esta forma de mostrar la obra de un arquitecto, llega a la conclusión que no podría ser de otra manera, porque además del problema de la trimensionalidad, de los colores y de los contrastes, como bien lo señala el propio Emigholz, la arquitectura en el cine tiene solo una categoría de reproducción, entendiendo por ello, “ una copia que te acerca al original”.
Pero aquí surge otra pregunta: ¿es simplemente una reprodución del original o es un nuevo original?.
Lo que vemos en el cine tiene su propia realidad y la cámara cambia lo real dependiendo del enfoque, por lo tanto lo que observamos, no solo ha perdido “el aura” singular de original, como diría Walter Benjamin, lo que miramos es otra obra, la que nos entrega la cámara.
Lo que vemos en el cine tiene su propia realidad y la cámara cambia lo real dependiendo del enfoque, por lo tanto lo que observamos, no solo ha perdido “el aura” singular de original, como diría Walter Benjamin, lo que miramos es otra obra, la que nos entrega la cámara.
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